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DANCE ARTICLES :

Ser Mamá de una bailarina... 

Así que un día inscribes a tu niña de 3 años a una clase de ballet. Principalmente lo haces para tener 2 horas libres a la semana y aprovechar que salga un poco más cansada de clase y esté tranquila por el resto del día, pero eso no es lo que va a pasar….

Ella sale de su clase y regresa a bailar por toda la casa. Agita un par de mascadas en el aire, corre de puntitas y empieza a dar vueltas con las manos sobre la cabeza, preguntándote toooooodos los días ¿hoy toca ballet?

Sin darte cuenta lo siguiente es escucharte quejándote de tener que manejar 2 o 3 veces por semana a la academia, que el ensayo en el teatro fue más tarde de lo esperado (y entre semana!), el tiempo que tarda tu hija en cambiarse cuando a ti te urge pasar a la ferretería antes de que cierren. Y ni siquiera empecemos con los gastos! Las clases, el ensayo, el vestuario, las zapatillas, el maquillaje, el peinado, punteras, zapatillas, puntas, cintas, faldas, zapatillas, calentadores, boletos para el teatro, ¿mencioné las zapatillas?

Te empiezas a preocupar porque va  cada vez más días a la academia, las clases son más largas, ha tenido que ir algunos sábados, hace la tarea en el coche, sale corriendo de la escuela para irse a clase, en verano sólo espera el curso intensivo y ahora solo habla en términos extraños en francés.

Te sabes de memoria el teléfono del podólogo, del ortopedista, del fisioterapeuta y la de los masajes musculares. Tu bolsa siempre está llena de curitas, barras de proteína, merthiolate, gatorade, tijeras y micropore. Te sientas con las otras mamás de la academia a romper, lijar, coser, cortar, despuntar y quitarle el alma a las puntas.

Y en el momento menos esperado está terminando la prepa, es su última actuación como Clara del Casacanueces y es el último par de puntas que compraste para tu hija. Cuando sea la última vez que veas las cortinas del escenario cerrarse, ¿te acordarás de las horas, el dinero, el tráfico y el esfuerzo? Yo creo que no.

Pensarás en los regalos que la danza le ha dado a tu niña: la capacidad de priorizar y hacer varias cosas a la vez, un cuerpo fuerte, femenino y flexible, el trabajo bajo presión y resolver problemas en último minuto, un sentido de la musicalidad maravilloso, la habilidad de hablar en público y de manejar grandes audiencias.

Estarás orgullosa de mandar a tu hija al mundo real con grandes valores como el esfuerzo, trabajo,  disciplina, responsabilidad y  ética profesional. Sabrás que tu hija está rodeada de mujeres igual de poderosas con gran sentido de comunidad, apoyo mutuo, admiración y respeto. Y finalmente entenderás  que haber llevado a tu niña hace 15 años al ballet fue una de las mejores decisiones que como mamá pudiste haber tomado. 

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